Tienes una extraña sensación…de humedad, de frío, de inseguridad, de enfermedad, de injusticia, de estar en otra época…
Subimos en un bus público Ferran, la guía y yo y nos bajamos en el mercado minero, donde nos enseña los utensilios que utilizan los mineros: dinamita, hojas de coca, cigarrillos, alcohol de 96 GRADOS, soda…Nos propone que les llevemos, por 10 bolivianos, unas hojitas de coca y una soda. Decimos que no, hemos leído que parte de la entrada va a los mineros y nos parece triste llevarles unos “dulces”…ella nos comenta que así quizás los mineros no quieran hablar con nosotros…
Nos vestimos para la ocasión: pantalón y chubasquero, casco con linterna y botas…y como no tenemos transporte de la agencia subimos a un bus regular….nos coge un ataque de risa, pues damos un poco el cante…
Cada viernes, los mineros se reúnen en una sala donde está su estatua y beben, cantan, fuman y bailan…por suerte esta sala está cerca de la salida, pues a veces tienen que sacar a alguno a rastras…
Nos cuenta la guía, una mujer que trabajó en la mina también, pero a fuera, separando los trozos de piedra con y sin mineral, que la mayoría de mineros mueren de silicosis, bien jóvenes, a los cincuenta o sesenta. Por eso, ellos no se tragan el humo de los cigarrillos, sólo lo respiran para evitar, por un rato, los gases tóxicos, como el anhídrido, que contiene la mina…
Ellos son peones, después existen los segunda mano y finalmente los socios. Estos últimos son los que invierten en maquinaria, los que pueden llegar a cobrar unos 5000 bolivianos al mes, pero también lo que más arriesgan, pues son ellos los que abren camino con la dinamita. Nos cuenta que cada año mueren entre 30 y 40 mineros, algunos de problemas respiratorios y otros por accidentes en la mina, básicamente por malas explosiones de la dinamita.
Al irnos nos piden si tenemos coquita, nos sentimos mal, por estar haciendo el turista con el trabajo inhumano de estos mineros, pero en parte, prefiriendo no contribuir más a su mala salud…nos gustaría ofrecerles un vaso de agua, no de alcohol de quemar o coquita…
Al salir a la luz del día, nos invade una sensación de gratitud, por haber salido sanos y salvos de la mina, pero sobretodo por darnos cuenta de lo afortunados que somos de sólo tener que entrar en ella para una visita turística y no para trabajar de 9 a 12 horas 6 días a la semana…
Mir
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